Luis Ferrer Fernández
Subteniente de Infantería

TIEMPO DE CAMBIOS
s tiempo de grandes cambios. Sobre todo de mentalidad, y yendo más allá: de valores. Tratar de cambiar comportamientos sin cambiar las creencias antes es un fracaso. Y tratar de cambiar creencias sin cambiar los valores también lo es.

Vivimos tiempos de grandes cambios, de hecho siempre lo son, lo que ocurre es que ahora los cambios son más veloces y también más grandes. Cuando hablamos de cambios lentos, se produce la evolución, cuando son muy rápidos tenemos la revolución. No es nada extraño, ocurre con frecuencia a lo largo de la historia de las civilizaciones: a la evolución a través de la revolución.

Si algo es seguro y constante, es el cambio. Y por esa razón lo único seguro, es que no hay nada seguro. Cuando hablamos de dinero, este razonamiento es percibido más como una amenaza que como una oportunidad. De hecho, la palabra “riesgo” se asocia más con la opción de perder que con la opción de ganar. ¿No llama la atención que estemos más enfocados hacia la pérdida que hacia ganancia?

Muchas personas, la inmensa mayoría, aman lo conocido sea o no de su agrado, piensan que lo desconocido podría ser peor que lo conocido. El cambio siempre está fuera de la zona cómoda, o sentida al menos como segura. Pero la pregunta que deberíamos formularnos es: ¿existe la seguridad? En mi opinión, como ya he dicho, lo único seguro es que no hay nada seguro. Y en la economía que viene el paradigma de la seguridad se convertirá en pura fantasía. Es el momento de prescindir de la inexistente seguridad y reivindicar el valor y el atrevimiento para crear una vida mejor.

Por otra parte, no hay que ser experto en política económica, para darse cuenta de que el sistema social actual, se cae por su propio peso, No tiene futuro. Pero no olvidemos que hemos sido nosotros, quienes lo hemos propiciado. En la naturaleza, como en las sociedades, las crisis llevan a deformaciones, exageraciones, y situaciones extravagantes para generar un cambio y un nuevo origen.

La actual economía está mutando a nuevos modelos tanto de consumo como de generación de ingresos. El dinero se ganará de diferentes formas, y deberá gastarse también más inteligentemente. ¿Tenemos la cultura financiera para percibir los cambios? Yo creo que no. Demasiadas personas esperan el final de la crisis sin revisar sus valores, creencias, conocimientos, y comportamientos… para luego volver a la vida de siempre. Nuestro mayor riesgo ahora mismo, es seguir siendo los de siempre, pensar y creer lo que siempre hemos pensado. Sé que las cosas ya no serán como antes. Y esto no es ni bueno ni malo, es la evolución, y en concreto: revolución (económica).

A diario vemos en las noticias y observamos como gobiernos, no todos, y ciudadanos, la mayoría, tratan de solucionar sus nuevos problemas con viejas soluciones. Y así retrasan las soluciones, demoran la reacción y el cambio, se aplican la estrategia del avestruz. Es preocupante que agentes sociales y particulares, se echen mutuamente la culpa de la crisis, y se contenten con esperar tiempos mejores. No se percibe que se hagan los deberes, y cuando llegue el examen habrá un suspenso y una gran decepción. Tampoco se perciben tiempos mejores, para quienes sigan aplicando viejas y pobres recetas, sean países o personas. La gente en occidente no tiene ni idea de lo mucho que tendrá que cambiar, si quiere conservar lo que tiene. Y no hablemos de mejorarlo. ¿Cuesta tanto darse cuenta?

En las noticias vemos que en España se dispara el paro, y que los que trabajan, tienen la “suerte” de ser mileuristas (ya son el 60%, y sigue extendiéndose como una plaga). Menudo panorama. ¿De verdad alguien cree que con un par de tiritas y un vendaje, mal puestos, la economía saldrá adelante? Yo creo que no, así que visto lo visto, vamos a ponernos el cinturón porque vienen curvas; y en cierto modo, se atisban economías que navegan directo a las cataratas, alegres porque corre la brisa y perciben “brotes verdes” en la orilla, y en su contento, reman más fuerte hacia las cataratas que aguardan adelante.

Por ejemplo, en el mundo hay ahora mismo docenas de entidades financieras en pésima situación que tarde o temprano estallarán y para las cuales hay mala cura. Miles de empleos, sin futuro, tienen los meses contados. Todo ello irá a donde fueron a parar las antiguas máquinas de escribir. Otros miles de empleos se mantendrán, sí, pero sus remuneraciones bajarán y bajarán año tras año. Se han acabado los aumentos de sueldos, porque ahora, globalmente, hay más gente que quiere trabajar que trabajos. ¿Nadie piensa en ello? Las medidas efectivas nunca son del agrado de la mayoría, porque son incómodas, exigen revisar los valores, cambios profundos de mentalidad, disciplina sin límite y esfuerzo en grandes dosis.

Nos toca emprender, crear nuestros propios puestos de trabajo, liberarnos del paradigma de empleado que no nos hará libres ni felices, ni prósperos.


Mirando al viento
E

¿Qué otras cosas podrían hacerse? Po- nerse las pilas de verdad, formarse finan- cieramente, leer entrelíneas lasmentiras que nos cuentan los medios de comunica- ción y los políticos de turno, y aprender sobre el tema en profundidad.

Para no dar ningún consejo, ¿qué po- dríamos hacer? Emprender, crear una fuente de ingresos propia, añadir valor al mundo con una propuesta. Si has perdido tu trabajo, o no encuentras en qué ocu- parte, crea tu propio puesto de trabajo, emprende con tu corazón, haz algo en lo que creas, ames y concuerde con tus valores. Sólo así es posible asegurarse libertad financiera: dinero feliz (aquel que te hace feliz al ganarlo y hace feliz a quien paga por lo que ofreces).

Tenemos la certeza de que seremos capaces de ver el cambio, de disfrutarlo y de comenzar a concebir esta sociedad de forma distinta, mejor, y más positiva, más equitativa y más humana, en toda la amplitud de la expresión y en todo el campo de la aplicación.

TIEMPO DE CAMBIOS